Cualquier excusa es buena para acercarse a conocer esta pequeña ciudad situada a mitad de camino entre Rotterdam y Den Haag. Pasear por su centro histórico, pintorescamente holandés y surcado por pequeños canales es una experiencia muy placentera que hay que experimentar. Porque Delft es una ciudad muy cómoda para deambular sin prisas y es, sin duda, uno de nuestros lugares favoritos en la provincia de Zuid-Holland, por muchas razones...
La ciudad, como tal, existe desde el siglo XIII aunque en 1536 gran parte fuera destruida por un incendio. Allá por 1572 Guillermo de Orange, que fue quien encabezó la lucha contra España durante la Guerra de los 80 años, estableció su residencia aquí. Delft era, por aquel entonces, la tercera ciudad más importante de los Países Bajos, después de Dordrecht y Haarlem. Cuando Guillermo muere abatido en 1584, el panteón de la familia en Breda estaba en manos de los españoles así que fue enterrado en la Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva). Desde entonces, Delft y la Casa Real holandesa están unidas por un vínculo indisoluble y casi todos los miembros de la familia real son sepultados en las criptas reales de esta iglesia.
La Nieuwe Kerk está situada en la Plaza del Mercado (Markt), centro neurálgico de la ciudad y el corazón de su centro histórico que, para que os hagáis una idea, recuerda al de Amsterdam pero en pequeñito. Los sábados por la mañana, día de mercado, la plaza se llena de puestos de venta de todo tipo de artículos y si el tiempo acompaña, de gente que no sólo viene a comprar sino a disfrutar de sus terracitas.
Además del interior, cuya visita dejamos para cuando vengan a vernos nuestros amigos o familiares, lo que más llama la atención de esta iglesia gótica (cuyo origen se remonta a una bonita historia que podéis leer aquí) es su impresionante torre anexa de 108,75 m, la segunda más alta de los Países Bajos. En un día soleado merece la pena subir sus 373 escalones - contados uno a uno - y admirar las maravillosas vistas de la ciudad. Juzgad vosotros mismos pinchando en el vídeo...
Al otro lado de la plaza, justo enfrente de la Iglesia Nueva, tenemos el Stadhuis o Ayuntamiento, un edificio impresionante por su fachada renacentista y que data del siglo XVII. Y en el centro de la plaza, una estatua del jurista, escritor y poeta holandés Hugo Grotius.
En nuestro tranquilo paseo hasta llegar a la plaza hemos dejado atrás otra iglesia interesante, Maria van Jessekerk.
Delft es "nuestra" ciudad, la que vió nacer nuestra historia, y pasear por sus tranquilas calles nos trae muchos recuerdos...Una de las primeras veces que salimos a cenar juntos, siendo ya pareja, fuimos a un restaurante mexicano en el centro de Delft. Aquella noche había un grupo de gente celebrando un cumpleaños y el dueño tocaba la guitarra para ellos, canciones en español que yo cantaba bajito...Lo pasamos muy bien y acabamos tocando la guitarra Danny y yo acompañándole a cantar ¡con la verguenza que me da! Cuando ya casi nos marchábamos, un solitario caballero que estaba sentado no muy lejos y que nos miraba con una amplia sonrisa se acercó a nosotros y nos dijo: "sois una pareja estupenda, tenéis un aura azul que os envuelve y que yo puedo ver..." Sin duda, una noche muy especial...
Hablando de azul...Otra de las razones por las que Delft es conocida es por su relación con Johannes Vermeer, uno de los pintores holandeses más famosos del Barroco y archiconocido mundialmente por su cuadro "La joven de la perla".
Y así continuamos la historia que os estaba contando...La famosa cerámica azul de Delft (Delfts Blauw), que todos habréis visto en alguna ocasión comprando típicos souvenirs, se elabora en la ciudad de Delft desde el siglo XVI. En 1550 es la cerámica Majólica de España e Italia la que marca la pauta de la moda. Muchos alfareros de Amberes se dedican entonces a copiar esas cerámicas tan populares hasta que en 1585 se ven obligados a abandonar la ciudad huyendo de los conquistadores españoles. Los alfareros se reagrupan en Delft y, a partir de 1602, se concentran en reproducir la última moda en cerámica marcada por la porcelana china.
Delft vive su edad de oro entre 1600 y 1800, convirtiéndose en una de las productoras de cerámica más importantes de Europa. Por desgracia, llegó un momento en que la cerámica azul de Delft pasó de moda y sólo quedó una fábrica que ha seguido en funcionamiento desde 1653, De Koninklijke Porceleyne Fles (la Cerámica de la Casa Real Holandesa). Hoy día se puede visitar la fábrica de cerámica De Delftse Pauw que se encuentra al pie del canal De Vliet en un edificio típico holandés. Realizan visitas guiadas todos los días y también talleres durante los días laborables, una actividad que no nos perderemos y que os contaré en otro post. ¡Seguro que alguien se apunta!
La cerámica azul es omnipresente en esta ciudad, no sólo en las numerosas tiendas que la venden sino también en las calles...
¿Qué os parece si hacemos un alto, después de tanta escalera, y reponemos fuerzas? Os recomiendo que, sin alejaros mucho de la plaza del mercado, os sentéis a degustar un delicioso pita souvlaki acompañado de una cervecita fría en Minos, un local de comida griega de gran calidad y con precios más que asequibles. ¡Oh! ¡También es blanco y azul! :-D
A estas alturas puede que os estéis preguntando..."si hay una Iglesia Nueva debe haber una Vieja también ¿no?"...¡PREMIOOOOO! Efectivamente, muy cerca de donde estamos, se encuentra la Oude Kerk (Iglesia Vieja) cuya principal característica es su torre...torcida.
Al parecer la Iglesia Vieja siempre estuvo a orillas del Delf, una palabra que antiguamente significaba "canal" y a la que debe su nombre la ciudad. Cuando en 1325 se quiso construir una torre para la iglesia ya no había espacio así que se desvió el curso del agua y se cegó el canal (Oude Delft). La torre se construyó, pues, parcialmente sobre el antiguo canal pero el subsuelo no ofrecía una base adecuada para las pesadas piedras y la torre ya empezó a hundirse durante la construcción. Afortunadamente se consiguió estabilizarla y de ahí que la torre tenga como un "codo" que puede apreciarse bien desde cierta distancia.
El nombre del viejo canal es hoy uno de los paseos más famosos de Delft, lleno de terracitas y cafés donde sentarse a disfrutar de las vistas, mientras por aquel viejo canal (hoy llamado Schie) navegan pequeñas embarcaciones...
En el complicado sistema de canales que mantiene la integridad de Holanda en su constante lucha contra el mar os contaré, como curiosidad, que en 1389 la ciudad de Delft recibió permiso para cavar su propio canal hasta el Nieuwe Maas (¿recordáis? el río que pasa por Rotterdam): el Delftse Schie. Al final del canal Delft construyó su propio puerto conocido como Delfshavense Schie.
En días con tan buen tiempo es muy habitual ver equipos de remo entrenando en las tranquilas aguas de este canal...
Delft también tiene su molino, De Roos (la rosa), único superviviente de los quince molinos que existían en las murallas de la ciudad y que ha sido utilizado como molino de harina hasta el año 2009. Actualmente se encuentra situado sobre el túnel ferroviario de la ciudad.
Hablando de trenes...una de las cosas que menos sentido estético tiene en esta preciosa ciudad (al menos, para nosotros) es la nueva estación de trenes, construida al lado de la antigua estación Delft Centraal, un edificio de 1885 con muchísimo encanto. El contraste es más que terrible...
Será cuestión de quitarnos el mal sabor de boca mirando hacia otro lado...
Pues hasta aquí el post de hoy...Espero haberos convencido de que Delft bien merece una visita (¡absolutamente si!) y espero veros en el próximo capítulo. Me quedo aquí, descansando un poquito....
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